miércoles, 9 de septiembre de 2015

El error de un buen fraile


Sabemos que el monasterio escurialense fue erigido para conmemorar el triunfo de las tropas españolas al mando de Manuel Filiberto de Saboya sobre los franceses en la plaza de San Quintín, el 10 de agosto de 1557, coincidente con la festividad del diácono San Lorenzo. Se ha llegado incluso a especular con la suposición de que, en el transcurso de aquella operación militar, habría sido inevitablemente destruido un monasterio bajo la advocación de este mártir, lo cual obligaba moralmente a una cierta compensación, tal y como podía ser el levantamiento de un nuevo cenobio como acto de desagravio. Sin embargo, la existencia de tal monasterio no parece probable y el mejor argumento en contra nos lo proporcionan las dos únicas representaciones que de aquel hecho de armas existen dentro del propio monasterio.
En la primera, en la llamada sala de las Batallas, en la que se representan escenas muy detalladas de San Quintín, y en la que en ningún momento aparecen señales de monasterios ni nada que se pueda relacionar con esta suposición.
El segundo lugar es en los frescos pintados por Lucas Jordań en la Escalera Principal, casi 100 años después, y tampoco aquí se vislumbra rastro alguno del supuesto monasterio.
                                                      


Arriba, en la sala de Batallas. Abajo, en la Escalera Priincipal

Este error sobre un aspecto tan fundamental como eran las motivaciones del monumento parece que tuvo su origen en un buen fraile y mejor maestro de obras. Nos referimos a fray Antonio de Villacastín, tenaz trabajador en la construcción desde el principio hasta el final de la misma, dedicado y fiel a su cometido y comprometido con el Rey, con los arquitectos y con  todos sus superiores.Sin embargo, este hombre, que era más de acción que de letras, escribió en su última etapa, casi cuando estaba ya ciego, unas Memorias recogidas por el historiador P. Zarco, en las que sostenía lo siguiente:

La ocasión y primer motivo que tuvo el rey don Felipe II hacer este monasterio, fue que estando en San Quintín, por la parte que se había de batir la muralla, estaba un monasterio de frailes de San Lorenzo, y mandó salir a los frailes, y sacar el Sacramento y toda la ropa, y acabado esto, fue batido el muro y monasterio; y por haberlo destruido este dicho monasterio, prometió hacer otro en España.

Y esta fue la fuente del error que ha estado en el candelero de muchos historiadores en estos cuatro siglos.

Claro que, por su buen hacer como maestro de la obra, se le puede perdonar a fray Antonio este lapsus histórico.

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