jueves, 27 de diciembre de 2018

Números misteriosos en la Biblioteca

    
Correspondientes a la sección dedicada a la Aritmética, dentro de las representaciones de las Siete Artes Liberales en la bóveda de la Biblioteca Real, observamos unos números portadores de enigmas que no son fáciles de entender. Varios han sido los intentos de encontrar explicaciones que han terminado, por lo general, en inconcreciones y ambigüedades que no terminan de convencernos.


En el friso que da al patio de Reyes vemos la historia de los Gimnosofistas, anacoretas que vivían en las márgenes del Nilo, enunciando sus teorías filosóficas a partir de los cálculos numéricos que escribían en la arena. De origen desconocido, probablemente de la India o de Etiopía, pudieron ser ellos los que trajeron los números a Egipto(1) En el centro de la historia vemos un aparente triángulo cuyos lados están flanqueados por los números pitagóricos y en su centro se lee la palabra “Anima”, cuyo origen está en el texto del Timeo en el que Platón intentaba explicar el proceso creador del alma, partiendo de un conjunto resultante de dos progresiones numéricas, una aritmética y la otra geométrica (1, 2, 3, 4 y 1, 3, 9, 27). En realidad la representación del fresco es algo enigmática, pues muestra la serie descendente de la izquierda como los cuatro números pitagóricos, pero con el 3 y el 4 alterados en su orden, lo cual nos lleva a pensar que lo que se quiso figurar realmente fue la progresión 1, 2, 4 y 8 y que por algún fallo de los pintores o restauradores posteriores quedase en 1, 2, 4 y 3. Este inexplicable detalle daría la razón al padre Sigüenza que ya insinuaba que los números de la Antigüedad eran «símbolos de otro mayor secreto».


Dentro de la misma Aritmética, en el friso opuesto, la reina de Saba, atraída por la fama de la sapiencia del rey Salomón, acude a él para proponerle unos enigmas; según se lee en el Libro de los Reyes, I, 10, 1, «Salomón le resolvió todas sus proposiciones; no hubo cosa oculta para el rey, y que no pudiese solucionarla». Sobre la mesa aparecen una balanza, una regla y una tabla con los cuatro primeros números sagrados pitagóricos y, debajo, en la caída del tapete rojo, está escrita una frase en caracteres hebreos: Omnia in numero, pondere et mesura. (Todo tiene número, peso y medida), sentencia procedente del Libro de la Sabiduría XI, 21.

Pero ahora nos vamos a fijar solamente en la tabla numérica que, indudablemente, encubre otro misterio, que ha intentado desvelar recientemente M. J. Díez Huélamo (3). La línea horizontal superior representa claramente los cuatro números sagrados pitagóricos, 1,2,3,4, pero las dudas empiezan cuando tratamos de entender las dos columnas laterales: 
       
                                                              1     2    3    4
                                                              5                 4
                                                            10                 8
                                                            50               48

Tras analizar matemáticamente las posibles alternativas, el autor llega a la solución que él llama "cruzada" que es; 5X8 =40,  40+10 = 50, y en la otra columna: 4X10 =40, 40+8 =48.
Podría incluso resultar que ambas columnas no obedeciesen a ninguna relación numérica, aunque dado el espíritu cabalístico que parece impregnar estos frescos, nos cuesta creerlo. Sin embargo, la solución "cruzada" propuesta por el autor parece bastante posible, dado que el número 40 sobre el que se construye el cálculo, es muy utilizado y significativo en la Biblia.


(1) Reflexiones en torno a una bóveda, Manuel Rincón Álvarez, Ed. Universidad de Salamanca.
(2) Sigüenza, J., Fundación, p. 295.
(3)  La tabla de los números de Salomón en el fresco de la Biblioteca, M. J. Díez Huélamo, La Ciudad de Dios, Enero-Abril, 2018

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