viernes, 23 de noviembre de 2018

Las Estampas de Herrera


El arquitecto Juan de Herrera, una vez concluida la gran obra de su vida, publicó en 1589 una serie de grabados conocidos como las Estampas, que ya hemos mencionado, en los que de una manera rigurosa y detallada desvelaba los pormenores arquitectónicos de El Escorial. Hoy lo calificaríamos como un usual programa de divulgación y propaganda para dar a conocer tan prodigioso edificio. Se trataba en cuestión de una colección de plantas y alzados del monasterio a los que se añadían representaciones de algunas de sus piezas interiores más significativas como son el retablo principal o el tabernáculo. Plantas y alzados que se sirvieron de las trazas originarias y no del mismo edificio ya construido, lo cual podría explicar algunas pequeñas diferencias con la realidad que vemos hoy.


Séptima Estampa de Herrera

Hay una estampa, la séptima, que llama poderosamente la atención; nos muestra una imaginativa proyección del edificio, a la que el autor, acogiéndose a la nomenclatura vitruviana, llamó Scenographia y que hoy diríamos que es casi una vista aérea, por supuesto nada usual en su época. Pues bien, gracias a la originalidad de esta perspectiva, la verdad es que dio la vuelta al mundo, dando a conocer universalmente el edificio. La misión publicitaria buscada quedó cumplida, aunque no por eso dejemos de reconocer que, desde el punto de vista artístico, estas Estampas resultaron algo frías por estar impregnadas de la rigidez geométrica propia de un Herrera que, antes que arquitecto, fue matemático. Los grabados de aquellos dibujos son de excelente calidad y fueron realizados por Perret, uno de los más afamados grabadores del momento. 


Novena Estampa de Herrera

Pero estas Estampas también abren algunos interrogantes, como lo es el hecho de que la firma de Herrera tan sólo aparece en una de ellas, la Novena, dedicada a un alzado del Tabernáculo. Su nombre no se lee en ninguno de los demás planos y alzados y esto es algo sorprendente si tenemos en cuenta que el objetivo primario de estos grabados era la difusión del monumento y la de su ya reconocido artífice, ¿por qué no se firmaron el resto de los diseños? Quizás la explicación haya que buscarla en el hecho de que sus contemporáneos sabían que la verdadera autoría de los dibujos fue, cuando menos, compartida y nunca del arquitecto en exclusiva. Importante reconocimiento implícito de que en la arquitectura escurialense intervinieron en alguna medida otros artífices. La excepción era, precisamente, el Tabernáculo cuyo planteamiento fue exclusivamente herreriano y cuyos diseños fueron preparados únicamente por el arquitecto para su ejecución por el orfebre Jacome da Trezzo. 

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